Un 8 de marzo en 2018
Hay muchas características que separan la teología europea de manera distintiva de la conceptualización norteamericana, latinoamericana y africana. Algunas (todavía) no pueden ser tratadas dentro del marco de un blog seminarista; pero parece que para la «cuestión femenina» ha llegado el tiempo de ser lanzada a la discusión pública y abierta dentro de las aulas, los foros y demás círculos involucrados en la formación de opiniones entre el pueblo cristiano (latino)americano. En este caso, los europeos pueden figurar como punto de referencia hacia dónde puede llevar un revision general del tema, a lo largo y ancho de la vida cristiana.
Hagamos primero un breve inventario del estado actual de la situación de las mujeres en la Iglesia y en lo que esta proyecta (o no) sobre la posición de las mujeres en la secularidad. ¿Cuál es el marco dentro del que estamos parados actualmente?
Diagnóstico: la revuelta ha empezado, pero es lenta
Como es típico para la teología protestante evangélica, hay gran diversidad de interpretaciones. Basta con dar algunos ejemplos:
Los tradicionalistas
La Convención Bautista del Sur, luego de algunas deliberaciones, en 2000 mantuvo su doctrina de los roles complementarios, decidiendo que era bíblicamente erróneo dignificar los ministerios femeninos por la ordenación. Al mismo tiempo parece haber un tácito acuerdo sobre el diaconado femenino; de hceho, en esta, como en tantas otras denominaciones, a las mujeres se admite en el servicio (poca cosa ya que sin servicio de las mujeres, las comunidades serían más o menos paralizadas). Una interpretación de escasa exégesis, culturalmente enraizada en el «Cinturón de la Biblia» de los estados menos industrializados del norte americano, se opone al avance y amenaza a los divergentes con expulsión.
Los teóricos
Las Asambleas de Dios, la mayor denominación pentecostal, en principio han abierto las puertas a la inclusión plena de mujeres al ministerio; la repercusión en la práctica, sin embargo, ha sido modesta, en muchos lugares casi nula. Aun cuando en los seminarios y en los ministerios la participación femenina ha llegado a ser igualitaria o hasta numéricamente superior, un vistazo a la composición de los concilios nacionales y distritales hace claro que de la teoría a la práctica todavía habrá que correr un largo trecho. Esto se debe a conceptos radicados tanto en la cultura tradicional como en una doctrina del rol complementario del género que no ha sido sujeta a revisión. Suficiente con asistir a una ceremonia matrimonial para darse cuenta de ello.
Los progresistas
Los «liberales», usando el término en el sentido popular como etiqueta aplicada a todos los no Fundamentalistas (con F en mayúscula), son los que menos problemas perciben en el asunto del liderazgo. En la Iglesia Evangélica Alemana (luterana), el Concejo Nacional consiste de 15 miembros, 7 de los cuales son mujeres, el presidio del sínodo es mujer, y entre 2000 y 2010, toda la Iglesia Evangélica Alemana, con más de 22 millones de miembros, fue dirigida por una obispa. Sin embargo, a pesar de un incremento en el número de mujeres que dirigen comunidades como pastoras y obispas, la mayoría de las posiciones continúa en manos masculinas. También anglicanos y episcopales se encuentran en situaciones similares.
En general, aunque cuando en algunas agrupaciones las tradiciones sentimentales aprendidas todavía batallan contra lo que se reconoce de manera intelectual como la interpretación hermenéutica y exegéticamente correcta, el progreso está en camino y dependerá en mucho de la situación de las mujeres en el área secular (incentivos y disponibilidad para la formación y educación continuada).
Fuera del ámbito evangélico
La realidad social también está afectando al entendimiento tradicional de otras corrientes cristianas. Por interés, agreguemos dos sectores muy diferentes:
Los Santos de los Últimos Días, una secta marginal poco numeroso, pero que por su historia y ubicación recibe mucha atención, han hecho titulares en las que figuran más y más mujeres, educadas en la doctrina de esta comunidad, que reclaman el oído de sus autoridades y manifistan su descontento al no ser tomado en cuenta. Hay un número de egresos debido a la negación de los gobernantes a examiner los reclamos. La doctrina mormona instrumentaliza a las mujeres como medios de la procreación, lo que hace estas protestas todavía más notables.
La Iglesia Católico-Romana es la mayor de todas las denominaciones cristianas y hasta ahora, de forma sorprendente, ha logrado mantener bajo un solo manto a convicciones y prácticas bastante diversas, sencillamente por declarar sacrosanctas a sus instituciones. El aggiornamento –la actualización comenzada en el Segundo Vaticano- dio luz a cambios profundos; de hecho, tan profundos que vastas porciones del pueblo católico ni siquiera ha tomado conciencia de ellos. Al otro lado, este pueblo, como siempre lo ha hecho, vive su propia versión de doctrina, independiente de la aprobación oficial.
¿A dónde conducirá esto con respecto a las mujeres? Mientras es probable que el celibato dentro de pocas décadas podrá ser reformado o hasta abolido, un compromiso en cuanto a la inclusión de mujeres o en cuanto a su papel tradicional en sociedad y familia, no está a la vista. Podrán mejorar en algunos aspectos, como lo muestran las últimas noticias. Pero en esencia, las católicas tendrán que conformarse con ser personas de segunda clase, si es que no prefieren abandonar una iglesia de exclusiva conciencia masculina.
Resumiendo
Si admitimos que trasversando al mundo cristiano existe cierta inquietud entre mujeres creyentes que se manifiesta en una creciente actitud beligerante, ¿de qué manera y desde cuáles ángulos debería la Iglesia revisar sus posiciones? ¿Cómo llegar a ser tanto teológicamente fiel como pragmáticamente sostenible en la «cuestión femenina»?
Continuará…