A 50 años de Martin Luther King Jr.
El siguiente texto es la traducción de un artículo publicado por Steven Levingston (editor de no ficción del Washington Post, autor del libro Kennedy y King: el Presidente, el Pastor, y la Batalla por los Derechos Civiles), publicado abril 3, 2018.
El motivo de incluirlo en el marco de Reforma 3000 va más allá de hacer homenaje a Martin Luther King Jr. en el aniversario 50 de su asesinato. El movimiento civil liderado por él fue un movimiento altamente político sin que King actuara dentro del marco político de su tiempo. Como tal es una lección histórica para la Iglesia, cuya función es transformar la sociedad espiritualmente, pero también socialmente, hacia el modelo de humanidad trazado por Jesucristo.
EN MEMORIA DE MLK
Como Kennedy y King se impulsaron mutuamente hacia la grandeza
JFK y MLK se desafiaron el uno al otro a evolucionar como líderes y su relación figura como recordatoria para los que están en poder hoy.
Fotomontaje por The Daily Beast
En su biografía del Senador John Kennedy, publicada durante la campaña presidencial de 1960, el historiador James MacGregor Burns retrataba al joven candidato como carismático e intelectual, pero se mostró preocupado que a Kennedy le faltaba el carácter para liderar la nación en tiempos extraordinarios. Burns llamó a memoria que Franklin Roosevelt una vez describió la presidencia como
«preeminentemente, un lugar de liderazgo moral. Todos nuestros grandes presidentes eran líderes en pensamiento cuando ciertas ideas históricas en la vida de la nación tenían que ser clarificadas.»
Cuando el presidente Kennedy ocupó la Oficina Oval en 1961, América se encontraba en un estado de creciente inquietud por razón del trato desigual a los 20 millones de negros de la nación.
Aunque todavía no se había dado cuenta, el nuevo presidente estaba lanzado hacia una prueba crucial de su liderazgo respecto al más importante asunto doméstico y moral del día: los derechos civiles. La lucha por terminar la segregación en el Sur y a reducir la discriminación a lo largo y ancho del país, también retaba a las habilidades de liderazgo de la voz más poderosa en la comunidad negra, Dr. Martin Luther King Jr.
Por los próximos dos años y medio, Kennedy y King se desafiaron el uno al otro a evolucionar como líderes.
En un desayuno privado durante la campaña presidencial, Kennedy dijo a King que la nación necesitaba un «fuerte liderazgo ejecutivo» en el tema de los derechos civiles, de acuerdo a la recolección que King hace de la conversación. Kennedy le aseguraba a King que se encontraba preparado de hacer un avance para obtener derechos iguales para todos los americanos. «Si él obtuviera la nominación y fuera elegido», dijo a King, «podría darle esta clase de liderazgo.»
Pero después de su elección, el presidente Kennedy se distanció de sus promesas a King, relegando a los derechos civiles hacia atrás y enfocando en su lugar en la agenda económica y de política exterior.
Cuando las Excursiones de Libertad de 1961 provocaron violencia en el Sur, ensangrentando a activistas negros y blancos, Kennedy mantuvo su distanciamiento, poniendo a su hermano, el Ministro de Justicia Robert Kennedy en el frente de la crisis. Las Excursiones de Libertad disegregaron al tránsito entre estados, terminales, restaurantes, salas de espera, fuentes de agua, baños – y también inauguraron un acercamiento más confrontacional a la protesta. Lo que el presidente falló de comprender era que el momentum del movimiento de los derechos civiles se estaba acelerando y que no pudo dirigir una reforma siguiendo su propio paso lento.
King
Las Excursiones de Libertad, organizadas mayormente por estudiantes, desplegaron una estrategia que era más agresiva que cualquier cosa que King había emprendido. King fue lanzado a la fama por haber desegregado a los buses de la ciudad. Pero, a diferencia de la táctica confrontacional de los estudiantes, su camino era la resistencia pasiva. Los negros sencillamente se rehusaron a viajar en los buses de Montgomery hasta que el gobierno y las compañías cedieron. Luego de su éxito, King se desvinculó de alguna manera de la protesta, concentrándose en sus contrataciones como conferencista, levantando fondos, y construyendo a la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur.
A pesar de que King era joven, los todavía más jóvenes activistas de las Excursiones de Libertad le estaban pisando los talones, y forzando a King a considerar su versión directa, pero no violenta. King no había participado en los buses durante las Excursiones de Libertad y en vez de esto ofrecido apoyo de oratoria y alguna apariencia durante las crisis extremas. Como lo ha observado el historiador Adam Fairclough, King miraba a las excursiones como «valientes pero también imprudentes y provocativas». Según Fairclough, el liderazgo de King «parecía menos que inspirador y delató una impresión de timidez e indecisión».
King estaba buscando un camino de reclamar la estatura incuestionada como líder del movimiento. Reconoció al éxito de las Excursiones de Libertad en incentivar a la acción del gobierno al provocar una respuesta brutal, altamente propagandística de los racistas blancos. King absorbió el ejemplo, lo ponderó, y entendió sus implicaciones profundas. Lo que era preciso, se dio cuenta, no era solamente resistencia pasiva, sino mantener una presión publicitaria sobre el gobierno.
Luego de hablar en el Club Nacional de Prensa en julio 1962, King advirtió al Presidente Kennedy referente a su persistente falta de atención a los derechos civiles. «Todavía hay muchas cosas por hacer», les comentó los reporteros, «y honestamente tengo que decir que no creo que el presidente ya dedicó a esta área la clase de liderazgo que demanda la enormidad del problema.»
La vacilación del presidente condujo a King a adoptar las tácticas más agresivas que había observado entre los activistas más jóvenes. En la planeación de su mayor emprendimiento hasta el momento -un asalto a la segregación de Birmingham, Alabama- King se preparó a sí mismo para ir al frente. Decidió marchar junto con los otros protestantes, confrontarse a policía brutal en Birmingham, y encarar el seguro encarcelamiento. Como Andrew Young, un líder de campaña, observó de King: «Esto, creo, era el comienzo de su verdadero liderazgo.»
Y King no se paró aquí. Estuvo de acuerdo con enrollar a niños como infantería a favor de los derechos igualitarios, enviar a colegialas tan jóvenes como de 6 años a las calles para enfrentar a cañones lanzadores de agua, perros policíacos y arresto. Las imágenes en televisión y fotos en los periódicos de los jóvenes protestantes lanzados al suelo por los chorros dirigidos desde los mangueras de alta presión y amenazados por los dientes de perros pastores alemanes, disgustaron al presidente Kennedy.
…y Kennedy
La audacia de King influenció ahora al presidente, tal como la inercia de Kennedy había influenciado a King hacia acciones más fuertes. Kennedy estaba observando y aprendiendo y evolucionando; estuvo acercándose al ideal de liderazgo de Roosevelt.
«Su relación figura como destacada recordatoria histórica para aquellos en poder hoy: que la grandeza espera a los líderes que miran más allá de sus diferencias, escuchan a opiniones divergentes. y mantienen la fidelidad a los principios de nuestra fundación.»
Finalmente se dio cuenta de lo que King había intentado repetidamente a grabar en su mente: que los derechos civiles eran un asunto moral. El presidente Kennedy había llegado a ver la declaración negra a través de los ojos de un ciudadano negro y a aceptar que sólo la acción federal significativa pudiera traer el progreso racial.
El 11 de junio, 1963, se dirigió en vivo a la nación para anunciar que introduciaría una legislación de punta en los derechos civiles. En su discurso demostró empatía por la experiencia de los negros en América: «Cuando un americano, porque su piel es oscura… no puede gozar la vida plena y libre que todos de nosotros queremos, entonces quién entre nosotros estaría contento de haber cambiado el color de su piel y de tomar su lugar?»
La transformación del presidente era un triunfo no solo para los americanos negros sino para King mismo. Aun cuando nunca reclamó el crédito, King jugó un rol instrumental en el despertar de Kennedy respecto a los derechos civiles. Su oratoria, sus ardientes batallas de calle, y su tiempo pasado en la cárcel, forzaron a un presidente distanciado a prestar atención y crecer hasta ser el líder moral que requería la nación.
Como me dijo el congresista John Lewis: «La mismísima existencia, la misma presencia de Martin Luther King Jr. espolonó la conciencia de John F. Kennedy.»